La Petardo de Echesortu
Historias de Rosario Freak

La Petardo de Echesortu (parte V)

   Olores o aromas, sutiles sensaciones olfativas que nuestras narices perciben. Algo muy impreciso en nuestros recuerdos que sólo en contadas ocasiones la memoria retiene. Al sentirlos, dudamos en reconocerlos o simplemente no le prestamos atención, hasta que sabiéndolo uno de aquellos intensamente registrados, sin lugar a dudas, moviliza nuestro pasado.
    Algún perfume que sólo en una persona reconocíamos y al volver a sentirlo la recordamos aunque no sea ésta quien lo porte. Jabones, flores, artículos de limpieza, hasta una prenda recién sacada de la tintorería pueden sugerirnos cosas. Ambientes climatizados, alfombras nuevas, habitaciones húmedas. Lo bello o lo repugnante puede ser diferenciado. Estiércol, vómitos, basura en putrefacción, también pueden movilizarnos, además de la memoria, a un estado enfermizo de rechazo y descompostura.
    Pero, y el olor a gasoil mezclado con alguna perfumina, en el interior de un auto usado, recién comprado por su nuevo dueño ¿es bello o repugnante? Objetivamente no sería un buen recuerdo, excepto para Mariano, que en esa tarde de sábado salió a dar la primera vuelta en su auto nuevo. En verdad no era exactamente de él, sino que era de un primo de Firmat que debió dejarlo en el taller de su padre hasta tanto volviese a Rosario. Mientras eso no ocurriese, Mariano podría probarlo, aunque sólo sea dentro del barrio, donde cierta amistad familiar con el comisario de la jurisdicción le daba inmunidad de manejo con sus diecisiete años recién cumplidos. Ese sabor de la primera vez, esa idea de lo prohibido, qué mejor combinación.


    Así fue que salió a compartir ese momento con sus amigos. Sería el comentario de todos y los ojos de todos. Poder ver los mismos lugares de todos los días pero desde un lugar distinto, privilegiado, tomado del volante y sintiendo el poder y la vibración que el manejo le da. Chicos y grandes todos querían dar una vuelta, pero él elegiría, todos no entraban a la vez. La primera vuelta fue con Martín, luego con los demás chicos, pero quién sería la primera de las chicas. Los que lo conocían hubiesen afirmado que Carlota era su candidata. Ambos se gustaban, se conocían desde hace un tiempo ya que eran del mismo barrio y aunque ella era más chica, ya en algún "asalto" habían bailado juntos. Cualquier buena vecina les hubiese pronosticado un futuro juntos.


    Pero siempre es el deseo de lo prohibido lo que tienta más. Gabriela, compañerita de colegio de Carlota, también estaba en la plaza. Aunque eran sus shorts desflecados los que capturaban las miradas, fue la frescura del aroma de su piel recién bañada la que pudo más que Mariano. Ante los ojos de Carlota se subió junto a él, dejando sus piernas entre la palanca de cambio, para dar lugar a Martín, que se sentó del otro lado. Así arrancaron los tres y aunque el auto luego se detuvo, el odio de Carlota nunca cesó.
    Los aromas volvieron a mezclarse, pero no sólo el del gasoil y de la perfumina, que con el de la emoción de la primera vez, dominaba. La timidez que se perdió por las ventanillas y los roces entre la segunda y la tercera, volvían la piel de gallina de las piernas de Gabriela, en la sonrisa cómplice de los tres.
    Sólo recuerdos de adolescencia, de aquellos tan intensos que con los ojos cerrados y aspirando hondo, uno sueña en volver a tener.
 

Octubre 29, 2002 
Lista de capítulos
1 - El origen 2 - Cambios 3 - Buenas y malas 4 - Dobladillo 5 - Aromas 6 - Eureka
7 - Censurado 8 - Tilinga 9 - Exámenes 10 - Bares 11 - Diferencias 12 - El qué dirán
13 - Pelusitas 14 - Regalale flores 15 - Estrambótico Volver a Rosario Freak