La Petardo de Echesortu
Historias de Rosario Freak

La Petardo de Echesortu (parte VI)

    Fue en una clase de física que se mencionó el principio de Arquímides, el que se basa fundamentalmente en la idea de que todo cuerpo ocupa un lugar en el espacio, para luego deducir la relación entre el empuje que reciben los cuerpos al sumergirse en un liquido y el volumen que éste desaloja. Pero los principios de la física clásica no parecían más interesantes que ver la claridad que entraba por la ventana o el acompañar con la mirada las aspas del ventilador de techo que apenas aliviaban la pesadez de la atmósfera húmeda durante la clase.
    No faltarían oportunidades para comprobaciones sobre espacios y los desplazamientos en éstos, sin importar demasiado el empuje de los fluidos. En la cabeza de Gabriela estas ideas se relacionaban directamente con los automóviles. Aunque en su grupo de amigos era un tema recurrente e inevitable, a ella sólo le empezó a picar después del paseíto que diera con Mariano y Martín. El saber que todo cuerpo ocupa un lugar en el espacio y que sus desplazamiento pueden acelerarse si se usa un automóvil para ello, independientemente del espacio interior que éste pueda contener.


      La clase de física entonces no sería aburrida si desde las hipótesis en la mente de Gabriela, entre recuerdos y proyectos de futuras experiencias, se atrevía a demostrarlas. Hay autos viejos que tienen espacios amplios en su interior y dentro de ellos se pueden experimentar diferentes posturas, que en los autos pequeños requerirían mayor habilidad. ¿Cómo practicar un beso entre dos personas, si ambas están sentadas una al lado de la otra mirando hacia el frente? Debería entonces al menos una de éstas girar y entonces practicar un beso en la mejilla y si ambas lo hicieren entonces sus labios podrían tocarse, pero un abrazo podría complicarse ya que no están enfrentados. Gabriela pensó en que sin necesidad de reclinar los asientos y antes de pasar a los de la parte de atrás, con sólo hacerlos retroceder un poco ella podría sentarse de frente y encima del acompañante, pero la presencia del volante y la dificultad para ubicar las piernas complicarían la maniobra, cosa que luego comprobó.


       Las manos utilizadas lateralmente proponían una buena solución ya que no encontraban obstáculos más que el pudor de quienes lo practicasen. Pero sí sería una dificultad, si manteniendo las caderas una al lado de la otra, el giro de la cintura sobre éstas y el enfrentamiento de los hombros, no se lograría tampoco una posición cómoda.
     Tal vez Gabriela debió fantasear sumergiéndose en una bañera para dar con la solución. Y así fue, porque la posición en una bañera, por ser ésta corta, obliga a levantar las rodillas y recostarse sobre la espalda, cosa que reclinando el asiento del acompañante, para evitar el volante, y retrocediéndolo un poco, puede repetirse dentro de un auto. La complicación era que serían dos sobre un mismo asiento, pero para Gabriela no fue un obstáculo, ya que no perdió oportunidad para subirse a todo tipo de auto y experimentar sus hipótesis. Lo que sus circunstanciales acompañantes nunca entendieron fue por qué cuando ella llegaba al pico de su satisfacción decía entre suspiros: eureka, eureka.


Octubre 30, 2002 
Lista de capítulos
1 - El origen 2 - Cambios 3 - Buenas y malas 4 - Dobladillo 5 - Aromas 6 - Eureka
7 - Censurado 8 - Tilinga 9 - Exámenes 10 - Bares 11 - Diferencias 12 - El qué dirán
13 - Pelusitas 14 - Regalale flores 15 - Estrambótico Volver a Rosario Freak