La Petardo de Echesortu
Historias de Rosario Freak

La Petardo de Echesortu (parte I)


   Sería muy obvio empezar contando que el barrio de origen de "la Petardo de Echesortu" era justamente ese: Echesortu. La pregunta de rigor en verdad sería ¿por qué "la Petardo"? Pero la respuesta exacta no es conocida. La mayoría son suposiciones, hipótesis jamás comprobadas, pero esbocemos que nace a partir de una anécdota de infancia, como la mayoría de los apodos. Al menos así suelen ser apodos familiares o de los primeros amigos del barrio, que generalmente son como las mismas personas.
   Es una conocida tradición en las fiestas de navidad y año nuevo que se enciendan fuegos artificiales, también es costumbre que sean los niños quienes más se entusiasmen y sus padres deban prohibirlo, y es lo más frecuente, ya que no sería ni por tradición ni por costumbre, por estar legalmente prohibido y penalizado, que se utilice artículos de pirotecnia de fabricación clandestina. Petardos dieron en llamarse aquellos artículos de mediana calidad, uso prohibido y alta peligrosidad, pero muy buscados para la diversión, ruidosos y fácilmente explosivos.
   Esta descripción en el futuro coincidió tal vez tristemente con la personalidad de Gabriela Ferreyra, quien en aquellos años de niñez, junto con sus primos y amiguitos de la cuadra, jugaban traviesamente a colocar petardos en las cerraduras de las puertas metálicas del barrio, con el consecuente estruendo y daño material que dicho accionar producía. ¡Ay, la niñez, qué etapa de la vida a la que uno quisiera volver siempre! ¿Por qué será que tamaño sentimiento de nostalgia se superponga con nuestros peores miedos?



   Los estudios primarios los cursó en la escuela pública del mismo barrio, o sea, en "la Pestalossi", edificio de fachada academicista neoclásica y distribución tradicional, como el resto de las escuelas, claustros de patios y salones. Pero su nombre, a diferencia de las demás sonaba a la peste, o la peste Rossi, una de sus directoras.
   Gabriela, la Petardo, era lo que llaman un niña "varonera", es decir que se llevaba mejor con sus compañeritos que con sus compañeritas, que tenía más amigos varones que amigas niñas, valga la redundancia. En un colegio mixto, eso no es tanto problema, pero la educación elemental tiene sus principios y en "algunos temas" la tradición y las buenas costumbres deben imperar. Como determinar un código de colores que obliga a las niñas a usar el rosa y a los niños a usar el celeste por ejemplo.
   El uniforme era de un blanco unificador, pero era frecuente que el de los varones luciera más agrisado en suciedad de sus torpes juegos, al de las niñas impecables en su inmaculada pureza. Gabriela era siempre la excepción. Renegaba en las clases de manualidad o educación física ya que ahí debía separarse de sus amigos, pero terminaba cediendo ante la imposición inevitable. Siempre encontraría alguna niña para molestar o hacer llorar.
   Los días transcurrían con normalidad hasta que las otras diferencias empezaron a evidenciarse. De pronto se encontró que era más alta que todos sus amigos, lo que le daba cierta ventaja en la carrera y en las peleas, pero la forma en que empezaban a mirarle las piernas por quedarle el delantal más corto la confundía.
   ¿En cuál Navidad fue, en qué verano? No lo sé exactamente, supongo que fue ese en que después de terminado el ciclo lectivo, justo antes de empezar las vacaciones, se salvó de la expulsión por ser el último año y que ya en el siguiente cursaría en otro colegio. Cuentan que fue un hecho sin importancia, una broma dentro del baño de varones, pero la forma en que corren las noticias de boca en boca puede hacer que algo sin importancia se convierta en el peor de los crímenes, condenando a esta pobre niña inquieta a ser castigada a cursar a partir del año siguiente en un colegio religioso para señoritas, donde recibiría la educación que enderezaría su desviada conducta.


   El tiempo demostró lo contrario, pero que quede para más adelante y volvamos a ese verano en la pileta del club Echesortu (sí, lleva el nombre del barrio, pero como club social y deportivo, aunque no sean muchos los deportes que allí se practican), porque también tiene pileta, cuando Gabriela insistió en ponerse la malla del año pasado, sin considerar los cambios en su cuerpo. Aun era una niña, o no, ya no lo era, tampoco un varoncito, era una incipiente señorita con una delgada y esbelta figura, de rasgos sexuales apenas florecientes. Pero el detalle fue el bañador, que con la tela un poco gastada y su tamaño fuera de talla, fue lo que generó la atención especial de sus amiguitos quienes también, a su manera, sentían que ella, que supo ser una más de la barra, ahora les provocaba una emoción especial que se evidenciaba justamente con el cambio en sus cuerpos.
   Todo sucedió bajo el agua, por fuera sólo fue su andar, algunos gritos y chapuzones. Cosas de chicos, pero aunque Gabriela no entendía exactamente lo que pasaba, su sonrisa fue como el primer sonido ensordecedor del petardo que se volvería su apodo.


Octubre 15, 2002
Lista de capítulos
1 - El origen 2 - Cambios 3 - Buenas y malas 4 - Dobladillo 5 - Aromas 6 - Eureka
7 - Censurado 8 - Tilinga 9 - Exámenes 10 - Bares 11 - Diferencias 12 - El qué dirán
13 - Pelusitas 14 - Regalale flores 15 - Estrambótico Volver a Rosario Freak