La Petardo de Echesortu
Historias de Rosario Freak

La Petardo de Echesortu (parte II)

    A veces el cielo está plenamente azul y el sol brilla radiante, aunque tan sólo dos días antes haya habido una feroz tormenta con fuertes ráfagas de viento e inundaciones con evacuados. Tal es la naturaleza y, cómo somos los humanos, que aunque seamos los bichos raros de ésta, tenemos en nuestras vidas comportamientos similares. Pero la forma en que se provocan nuestras tormentas no sólo son obra de la naturaleza, a veces somos nosotros mismos que podemos ser nuestras propias víctimas o victimarios. Así fue como a Gabriela le tocó el castigo, fue en un punto víctima de una injusticia al ser separada de sus amigos a quienes tanto quería (y amaba en su conjunto).
    El primer año de la escuela secundaria fue un suplicio. Sus días transcurrían solitarios, le costaba mucho integrarse y la mayoría de sus compañeritas no aportaban mucho para que esto se revirtiera. Al contrario digamos que por verse distinta era marginada en cierto sentido. Así fue también como su entorno empezó a ser justamente el de las "diferentes": gorditas, morochitas (horrible eufemismo), pobres, débiles en general o cualquier otro espécimen de personas que no luciera cual modelo de pureza y "normalidad" se exigía.
    Los cambios en su cuerpo los vivió paulatinamente, y era muy reservada con éstos. Todas esas nuevas sensaciones las ocultaba, porque se volvía mujer y eso no le gustaba.
    A veces, a la tardecita se encontraba con sus viejos amigos. Algunos empezaron en la técnica cuatro, la de calle Rouillón y otros lograron entrar a los colegios del centro, pero volvían muy cansados después de los largos días de clase y de viajar en los troles rusos, que había incorporado la línea K. Al principio no veía la hora de encontrarse con ellos, pero por un tiempo quiso ocultarse y que nadie la viera con su cuerpo que tomaba nuevas formas y curvas, que a ella avergonzaban.


     Fue Martín el que tomó la iniciativa y un día la fue a buscar a su casa. La historia luego se la trasmitió a sus compañeros que uno a uno repitieron la experiencia, cada uno a su manera según la estrechez de relación que tuviesen con ella. Pero la de Martín por ser la primera, fue la más interesante. Él vestía el delantal azul que en la cuatro usaban de uniforme. También su cuerpo había experimentado cambios, ya hasta había alcanzado la altura de Gabriela, que por ser uno de esos primeros días primaverales vestía sólo una remera blanca estirada y un par de zoquetes de futbolista. Tardó en atender, sus padres no estaban, ella recién se había bañado pero la verdad era que no quería ver a nadie. Martín insistió con el timbre y para que la perra del vecino dejara de ladrar, Gabriela le abrió la puerta y lo dejó entrar. La conversación, en la sala de la casa, fue bastante fría al principio, sólo fueron testigos las estatuillas de porcelana china con que su madre la decoraba. El pudor que sentía era por ella misma, no por estar ante su amigo Martín, no se sentía cómoda sentada sobre el terciopelo gastado de los sillones que su abuela había recibido como regalo de bodas muchos años atrás. Movía sus largas piernas hacia los costados, se estiraba la remera y miraba evasivamente.
    Le contó que los extrañaba y lo que la hacían sufrir en la escuela pero que ya no era la misma. Martín la supo consolar y como para él, ella no era como las demás chicas, le empezó a contar también sobre su nuevo colegio y con lujo de detalles los cambios que su cuerpo también experimentaba. La conversación se fue distendiendo, hubiese sido una charla normal de dos adolescentes, pero como eran de sexos diferentes no sabían exactamente como eran las partes del cuerpo a las que hacían mención. Gabriela tomó rápidamente la iniciativa y ante los ojos atónitos de Martín se sacó la remera para mostrarle cómo se desarrollaban sus senos y aumentaban su volumen de abajo hacia arriba. Él no supo bien como reaccionar, pero su miembro ya había reaccionado y no pudo evitar, ante su pedido, mostrárselo.


     La situación sería escandalosa pero transcurrió como algo natural y normal. Fue extraño pero la excitación de ambos tenía que ver con el redescubrirse, el ver que podían seguir siendo amigos a pesar de las diferencias y del distanciamiento al que el destino y sus padres les habían impuesto.
    Los detalles que intercambiaron sobre la forma de conocerse los fueron conociendo en distintas oportunidades. Pero por ahora no son lo importante, sí lo es que Gabriela recuperaba la confianza en sí misma y ahora podía ir con la frente alta a su colegio. Por supuesto esos detalles incontables, se potenciaron en la imaginación de sus compañeritas-adversarias, pero a la muy Petardo no le importaba, ella sonreía porque sabia que ganaría esa guerra.


Octubre 17, 2002
Lista de capítulos
1 - El origen 2 - Cambios 3 - Buenas y malas 4 - Dobladillo 5 - Aromas 6 - Eureka
7 - Censurado 8 - Tilinga 9 - Exámenes 10 - Bares 11 - Diferencias 12 - El qué dirán
13 - Pelusitas 14 - Regalale flores 15 - Estrambótico Volver a Rosario Freak